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Opinión

Automatización en sector minero, ¿un enemigo?

¿Cuáles son los nuevos retos que supone la automatización minera?

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conocer el proceso de automatización en el sector minero es una de las variables para la toma de decisiones en todo nivel; es decir, desde empresarios para mejorar procesos, hasta estudiantes para prepararse mejor y afrontar los desafíos.

¿Cuáles son los nuevos retos que supone la automatización en el sector minero?

Escribe: MBA Kurt Goldman* / Director de Capacitación de CAMIPER, Escuela de Altos Estudios

La industria minera tiene varios desafíos conocidos por todos que debe superar, entre los que se encuentran: la necesidad de aumentar la productividad de sus operaciones, reducir los costos, utilizar fuentes renovables de energía, controlar el impacto que tiene en el medio ambiente y, sobre todo, identificar y controlar los peligros inherentes y emergentes a los que miles de trabajadores están expuestos.

Parece evidente que todos estos desafíos se pueden superar implementando tecnología de última generación para alcanzar procesos automatizados, e incluso aplicando inteligencia artificial (IA) dadas las amplias ventajas que esto implicaría, comparándola por supuesto con una operación menos tecnológica o donde, aparentemente, es el factor humano el elemento que resta eficiencia al sistema (explicado por los comportamientos subestándar, el manejo limitado de información, desconcentración, fatiga, estrés, otros).

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La automatización y la inteligencia artificial poseen ventajas asombrosas y poco discutibles. Incluso cuando estas ventajas suponen sacar al ser humano de la ecuación, ya que entorpece el proceso o simplemente porque se encuentra realizando tareas monótonas en las cuales su presencia no agrega valor. Y esta automatización ya empieza a ser una preocupación real, no solo en el sector minero.

La automatización ya está en el sector minero

A continuación, veamos algunos datos interesantes al respecto:

De acuerdo con Mckinsey Global Institute (MGI, 2017) se considera que los países con mayor potencial de automatización del trabajo son Japón 55%, la India 52%, China 51%, EE.UU. 46%, el G5 de Europa 46%, y el 50% lo conforman el resto del mundo.

Según la OCDE, el promedio de las ocupaciones actuales con potencial de automatización es del 58% (OCDE, 2019). En Chile, el promedio de probabilidad de automatización es de 42%, pero el porcentaje de trabajo que está en alto riesgo de automatización es de 17% (Clapes UC, 2019).

Y en Perú, la automatización robótica de procesos (o RPA) ya es capaz de automatizar más del 49% de actividades del día a día de los colaboradores de una empresa. Para procesos como Finanzas y Logística el porcentaje incluso es mayor 56,3 y 58% respectivamente (Deloitte, 2017).

Un estudio de PwC (2018), estimó que para el 2023 la automatización generará un aumento en US$15 billones al PIB mundial. Pero también cobrará para esa fecha el 30% de los trabajos que a la fecha tienen un potencial riesgo de poder ser realizados por una máquina. Ciertamente los más afectados serán los trabajadores con menor educación, ya que el 44% de este grupo, a mitad de 2030, perdería su trabajo de no perfeccionarse.

La automatización como problema

Pero, ¿a la gente le preocupa esto? Al 28% de la fuerza de trabajo europea le preocupa que, en algún momento del futuro, su trabajo se haga de forma automática; el 15% cree que ello ocurrirá en cinco años, y más de una cuarta parte (28%) cree que en diez. Asimismo, esta preocupación sobre la automatización es mayor entre los grupos más jóvenes, donde el 39% de las personas entre 16 y 24 años están preocupados por la automatización de sus trabajos, en comparación con solo el 18% de los mayores de 55. (“The Workforce in Europe”, ADP 2018).

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¿Es esto una realidad o una simple paranoia? Absoluta realidad, y esto ya se empieza a sentir con fuerza:

En Estados Unidos, 31.000 trabajadores de Stop & Shop en Nueva Inglaterra iniciaron una huelga en abril de 2019 en medio de críticas sindicales a los pasillos de cobro automatizados.

Durante septiembre del 2019, trabajadores del sector de transporte estadounidense crearon una coalición para oponerse a los autobuses sin conductor.

En Chile, los trabajadores de la mina de cobre Chuquicamata estuvieron en paro durante dos semanas (2019). Ellos protestaban por despidos ligados al aumento de la automatización en el sector minero.

El presidente del Sindicato Interempresas Líder-Walmart, en entrevista para CNN, señaló que se estima que más de 3 mil personas quedarían cesantes como efecto de la automatización de servicios (CNN, 2019).

En síntesis, es un hecho que la automatización se va apoderando de las distintas ocupaciones, así como también que las personas están preocupadas por ello, dado sobre todo por el complejo escenario económico mundial en el que vivimos… pero ¿podría ser peor?

¿Automatización y seguridad son compatibles?

Veamos la otra cara de la automatización: En 1984, en una planta de pesticidas en India, ocurrió el peor accidente químico conocido hasta la fecha, donde los sistemas de seguridad automatizados no detectaron a tiempo la secuencia de fallas previas al desastre.

En la industria aeronáutica los primeros accidentes atribuibles a la automatización corresponden al Boeing 737 MAX de Lion Air (que mató a 189 personas) y el segundo, el de Etiophian Airways (157 muertos). Existe suficiente evidencia para suponer que la causa de ambas catástrofes es un sistema automatizado de dirección que Boeing instaló en la aeronave sin avisar a los pilotos. En teoría este software está pensado para ayudar a los pilotos, pero la realidad es la causa que los habría matado (en ninguno de los dos accidentes sobrevivieron).

En la industria automotriz, hasta octubre de 2018 se habían reportado 107 accidentes con vehículos autónomos de acuerdo al Departamento de Motores y Vehículos de California, EEUU. La tecnología de estos vehículos ha demostrado que falta mucho camino por recorrer antes de que logren captar la confianza de los consumidores.

Con todo lo anterior, ¿se puede confiar en un sistema automatizado? Absolutamente. Gracias a los procesos automatizados, cada vez son menos los trabajos riesgosos que necesitan ser operados por un ser humano. Y es claro que serán muchos menos quienes participen de esos procesos, justamente porque no se requieren. Sumemos a esto que contamos (y contaremos) con sistemas que no descansan y que tomarán mejores decisiones que nosotros (por la IA), aun cuando en algunos casos falten algunos años para lograr dicho escenario ideal.

Capacitación vs. automatización en sector minero

Y ¿qué haremos nosotros entonces? Una mirada optimista plantea que lo que se automatiza son tareas rutinarias, pero no la profesión en sí misma. Por lo tanto, un trabajador podría concentrarse en aquellas tareas que requieren experiencia, juicio, intuición o creatividad. Por lo menos hasta que la IA no desarrolle esta capacidad.

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Con tantos trabajadores que se enfrentan al desempleo debido a la tecnología, la formación continua y el desarrollo de otras competencias podrían garantizarles un espacio en el nuevo entorno laboral. Muchas empresas implementan programas de capacitación tecnológica, pero estos no se ejecutan con una metodología que asegure el desarrollo de las capacidades. Es decir, sobreponen entrenamiento teórico por sobre el práctico; tienen escaso número de horas; predomina el enfoque pedagógico por sobre el andragógico; falta de diagnóstico, presentan mal diseño en evaluaciones; etc.

Este también es un desafío para el sistema educacional, ya que se debe contemplar el perfil tecnológico futuro de los cargos en las empresas. Sobretodo en el sector minero, a fin de lograr una formación integral temprana.

De igual forma es un desafío para la sociedad y nuestra cultura también. Los cambios tecnológicos son un hecho y resistirse a ellos es un desgaste innecesario de energía y tiempo. Asimismo, aferrarse a la idea de que todo tiempo pasado fue mejor impide avanzar y disfrutar de la innovación.

En otras palabras, son las organizaciones, como las del sector minero, las que se benefician de la automatización y la IA cuando se aplica a sus procesos. En tanto que nosotros debemos tener una actitud proactiva para incorporarnos al tren tecnológico (y no quedarnos abajo…).

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