Llegar a Marte: ¿Despilfarro o ganga?, , Llegar a Marte: ¿Despilfarro o ganga?
Por Dr. Miguel Llorente, Director del Instituto de Geología de Camiper.
Febrero 21, 2023
El pasado día 18 de febrero de 2021, amartizamos con éxito un robot de la misión Perseverance. El nuevo inquilino enviado a Marte no deja de mandarnos datos desde el planeta rojo según escribo estas líneas. Y lo hace en abierto, para toda la humanidad, desde aquí: https://mars.nasa.gov/. Hoy, por ejemplo, es un día marciano muy primaveral, con temperaturas de –72ºC a –20ºC, presión 827 Pascales (unas 0,008 atmósferas) y el día está bastante despejado. Vaya, eso en una posición cálida, cerca del ecuador marciano (unos 18º de latitud Norte) donde amanece hacia las 06:35 y anochece a las 18:31 hora local marciana.
Para las cifras que maneja mi economía doméstica, llegar a Marte no ha sido barato. Ha costado unos dos mil doscientos millones de dólares. Para los anglosajones, eso son 2,2 billones de dólares (109) pero no se debe confundir con el billón español, que es mil veces mayor (1012). Para evitar confusiones, usaré una nomenclatura estandarizada: 2,2 Gigadólares . Piensen que, para conseguir este logro, otras misiones han fracasado antes. La más sonada, quizá fue la Mars Climate Explorer, que se estrelló, allá por 1998, por una confusión con el sistema de unidades.
Con 2,2G$ podemos hacer otras cosas. Por ejemplo, vestir con calzoncillos a unos 50 varones de muy dudosa capacidad intelectual (incluyendo alguno con estupidez certificada) y ponerles a dar patadas a un trozo de cuero remendado en forma esférica. Con un par de años de dos equipos de fútbol grandes, nos sobra para contratar a unas mil personas de formación exquisita por dos años y plantar un robot ¡en Marte! Pero no elija aún entre lo uno y lo otro, permita que le cuente para qué queremos un robot en Marte.
La carrera espacial es una necesidad de primer orden de la humanidad. Ya sea ir a Marte o a Saturno. Usted y yo estamos rodeado de inventos espaciales o de productos o servicios derivados.
Según distintas fuentes , hay casi 4x109 teléfonos inteligentes en el mundo, todos ellos, con sistema de posicionamiento por satélite. El GPS es uno de mis inventos favoritos del sector espacial, y debe serlo de mucha más gente cuando, desde su invención, ha generado del orden de 1,35 Teradólares (1012) de beneficios. Sus aplicaciones van, desde el guiado o seguimiento de la navegación aérea, marítima y terrestre, hasta la construcción de casi cualquier cosa que imaginen. Tan sólo con los retornos de este invento podríamos financiar unas 400 misiones a Marte, y dos equipos grandes de fútbol masculino o unos mil o diez mil equipos de fútbol femenino.
En el sector sanitario, la tecnología espacial incluye, sin ánimo de ser exhaustivo, desde termómetros infrarrojos, láseres para cirugía, lentes anti-arañazos hasta prótesis. En el sector energético y medioambiental, destacan las células fotovoltaicas y las tecnologías de teledetección y monitorización de la Tierra. Esto significa multiplicar la capacidad productiva de nuestros campos de cultivo o vigilar por el buen uso de las aguas subterráneas. El espacio se ha colado hasta en nuestro calzado, como en la espuma adaptativa de las zapatillas para correr, y en algunas de las mejoras de seguridad de los neumáticos.
Los desarrollos computacionales también han sido excepcionales. Y no hablo sólo de hardware (como los ordenadores portátiles o la comunicación con auriculares y micrófono inalámbricos) sino también de software. Casi todas las atracciones de feria (como las “montañas rusas” y similares) se han diseñado gracias a la NASA y a su motor de cálculo por elementos finitos. Hablo del NASTRAN, un código archifamoso en el mundo de las ciencias y la ingeniería y acrónimo de NAsa STRuctural ANalysis, que en español es “Análisis Estructural de la NASA”. Diseñado en 1960-1970, aún sigue presente o embebido en otros muchos códigos. Es más, cualquiera con interés y unas pocas neuronas, puede ver (y personalizar) el código completo. Está en la red social de los que “picamos” (o escribimos) código (programación): https://github.com/nasa.
Total, que tener un robot en Marte enviándonos datos del clima marciano (y otros muchos datos), puede que no te haga tilín. Pero lo que sale de estas misiones te hará tolón, pues sin ellas, más de la mitad de tu vida tal y como la conoces sería imposible. Seas quien seas. Estés donde estés.
Y todo esto, ¿por qué? Porque los geólogos queremos saber qué rocas hay en marte. Porque queremos saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Porque nos intriga que haya un edificio volcánico de unos 23 kilómetros de altitud ¡y ni un solo pliegue! Porque queremos saber si allí había, hubo o habrá vida. Porque, si Marte tuvo agua, y la perdió, ¿puede pasarle lo mismo a la Tierra?
No hay trabajo inútil en ciencias, tan sólo hay demasiada estupidez para no entender cuánto importa la ciencia. No me preocupa cuánto avance la inteligencia artificial, me preocupa cómo se extiende la natural estupidez de mi especie. La especie humana, erróneamente apodada Homo sapiens sapiens. La misión a Marte es, sin sombra de duda, ¡una ganga! Aléjese de quien le diga lo contrario.
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